domingo, 20 de mayo de 2012

Vidas


_Bueno,  pues no hay mucho que contar sobre mí. Me llamo Javier y vivo en Valencia desde que nací. Hace un par de días me independicé y estudio filología hispánica mientras me pago el alquiler trabajando de fotógrafo para un periódico.
_Vaya una vida interesante.- No supe si de verdad lo pensaba o si simplemente se burlaba de mí.
_¿Y tú? Tengo la ligera impresión de que tu vida es bastante más interesante que la mía.-Lo dije de forma cruel, como cuando un niño se siente ofendido y responde de forma desmesurada. En cuanto aquellas palabras salieron de mi boca me di cuanta de que no la conocía para nada y que, a juzgar por cómo había bajado la mirada, mis palabras le habían dolido.

Lágrimas como perlas de lluvia comenzaron a surcar sus mejillas y sus bellos ojos verdes ahora sólo se podían ver a través de una capa de lágrimas.
Perdió todo su aplomo y entre sollozos me dijo:
_Mi vida no es interesante, es horrible. -Respiró hondo e intentó calmarse- Nací en Los Ángeles, vivía con mis padres y mi hermana Susan, menor que yo. Mis padres eran músicos, ambos tocaban el piano y vivíamos de sus conciertos a cuatro manos. Éramos felices. ¿Por qué tuvo que pasar? ¿Por qué a ellos?- Estaba desconcertado, no sabía como reaccionar.- Un día como cualquier otro mis padres se dirigían a dar uno de sus conciertos, pero un hombre con una navaja decidió que no lo darían. ¿Y por qué? Por los malditos billetes de su cartera.- Volvieron los sollozos así que intenté abrazarla. Rechazó mi abrazo y se acurrucó en la cama abrazándose las rodillas y con la cabeza enterrada entre las piernas.- No somos nadie.-Dijo en un susurro.
_Es… ¡Oh! Lo siento.- Me odiaba a mí mismo por haberle dicho aquello- Por favor, perdóname- conseguí decir en un tono un tanto suplicante.
Alzó la cabeza y me dirigió una mirada que me partió el corazón.
_No pasa nada, no tenías porqué saberlo. Pero eso no es todo. Yo tenía diez años y Susan cinco. Éramos niñas- Me imaginé a mi propia hermana sola, perdida entre la multitud de una gran ciudad. Sacudí la cabeza para desprenderme de aquella imagen.- Pasamos a custodia de nuestros abuelos y con el tiempo las heridas de nuestro corazón fueron sanando, pero unos años después Susan cayó enferma. Necesitaba un transplante de corazón y nosotros no podíamos pagar la operación. Yo tenía diecisiete años y tomé una decisión; Haría lo que fuese necesario para salvar a mi hermana.

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